Historia

             

Panorámica de la villa de Belvís de Monroy

Panorámica de la villa de Belvís de Monroy

                                                       

                    APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE BELVÍS DE MONROY

     Antes de entrar en materia, conviene aclarar que Belvís de Monroy es un municipio del norte cacereño formado por dos núcleos de población: la antigua villa, propiamente llamada de Belvís (y más tarde de Monroy), que fue fundada a finales del siglo XIII, y el lugar de Casas de Belvís, que surgió a la sombra de aquella a lo largo del siglo XV, como arrabal o barrio extramuros.

Aunque en toda esta zona se han hallado restos arqueológicos representativos de épocas pre y protohistóricas (riberos del Tajo), romanas (Talavera la Vieja, Casas de Belvís, Millanes de la Mata…) y musulmanas (madina de Mahâdat al-Balat), la verdadera historia de Belvís de Monroy comenzó en 1290, cuando el rey castellano Sancho IV “el bravo” donó la dehesa de Belvís a su fiel caballero y Personero de la ciudad de Plasencia Hernán Pérez del Bote, con privilegio para que fundase allí una población estable con 30 vasallos y alzase en su nuevo territorio una casa-fuerte. Este personaje fue, por tanto, el primer señor de Belvís.

La dinastía de los Bote poseyó el señorío hasta finales del siglo XIV, cuando el tercer señor lo donó a su sobrino nieto Diego Gómez, señor de Almaraz, enemigo irreconciliable de los Monroy, señores de Valverde de la Vera y Monroy, entre otras villas y lugares de la tierra de Plasencia.

Don diego Gómez tuvo sólo una hija, doña Isabel de Almaraz, que sería la quinta señora de Belvís. Casó esta dama con Hernán Rodríguez de Monroy, el heredero de aquel señorío de su apellido, de modo que con este matrimonio terminó el odio entre ambas casas placentinas, y el señorío de Belvís se convirtió en uno de los más extensos e influyentes de Castilla.

Pero esta paz en el seno de la casa de Belvís duró poco, pues muy pronto los herederos de doña Isabel comenzarían a litigar entre sí argumentando derechos de posesión sobre tan rico patrimonio, que, en definitiva, quedó dividido entre dos ramas de la casa, la de los señores del Belvís –tronco original– y la de los señores de Monroy. Este enfrentamiento se prolongó a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XV, y los principales personajes que lo protagonizaron fueron Hernando de Monroy “el gigante”, sexto señor de Belvís (casado con Teresa Herrera), su hermano Alonso de Monroy, Clavero y Maestre de la Orden de Alcántara, y el primo de ambos Hernando de Monroy “el bezudo”, señor de Monroy (tío-abuelo de Hernán Cortés, conquistador de México), los tres caballeros nietos de doña Isabel.

Escenario de aquellos enfrentamientos fueron, en más de una ocasión, las calles de Belvís y su castillo, de modo que al “gigante” debemos la presencia imponente que aún hoy muestra la fortaleza (mitad sur del conjunto arquitectónico), pues, ante la necesidad de defenderse del ataque de sus enemigos, elevó y fortaleció los muros de su casa. Los símbolos de su linaje aún pueden verse en varios puntos de edificio (armas Monroy-Herrera).

El sexto señor de Belvís cedió su patrimonio a su nieto Francisco de Monroy, convirtiéndolo en el séptimo señor de Belvís, con la aprobación de los Reyes Católicos.

Este personaje casó en primeras nupcias con doña Francisca Enríquez, y juntos  fundaron el 5 de diciembre de 1509 el convento de San Francisco del Berrocal, para franciscanos descalzos y para la gloria de la cristiandad, pues doce de sus religiosos formarían la primera expedición misionera católica en tierras de Nueva España (México), donde llegaron en mayo de 1524. Gracias a su extraordinaria labor en pro de la educación y de la defensa de los derechos de los nativos centroamericanos, con aquellos “Doce Apóstoles de México”, el nombre de Belvís de Monroy quedó grabado con letras de oro en la Historia Universal.

Don Francisco fue nombrado 1er. Conde de Deleitosa por el emperador Calos V en 1529, y a partir de entonces inició la construcción del palacio de Belvís, adosándolo al lado norte de la antigua fortaleza: uno refinada construcción de estilo renacentista de la que sólo nos queda su cascarón. No tuvo hijos varones legítimos el conde de Deleitosa, de modo que dejó su mayorazgo a Beatriz, primer fruto de su segundo matrimonio.

Doña Beatriz de Monroy y Ayala se convirtió, pues, en la octava señora de Belvís y segunda condesa de Deleitosa. Con ella el señorío alcanzó su máximo esplendor, cuando casó con don Fernando Álvarez de Toledo, titular de la casa de Oropesa y hombre de confianza del Emperador Carlos.

Aunque doña Beatriz abandonó el solar de sus antepasados a cambio del palacio oropesano, dejó una importante huella en su pueblo natal de Belvís, pues continuó con las obras del palacio, que utilizó como segunda residencia hasta el final de sus días; además fundó un convento para franciscanas clarisas, que se llamó  de San Juan de la Penitencia (1563), también un hospital para pobres de su señorío llamado de San Pedro (1575), y un hospicio bajo la advocación de San Andrés. Por aquel tiempo, su hermano bastardo, Fernando de Monroy, abad de Cabañas, fundó el convento de Santa Ana para monjas dominicas (1579).

Doña Beatriz murió en 1582, y el castillo-palacio de Belvís nunca más fue habitado de manera permanente por señor alguno. Para honrar su memoria y la de su estirpe, los belvisos (gentilicio de los vecinos de la villa de Belvís) pusieron al nombre de su pueblo el apellido de Monroy.

Los Álvarez de Toledo mantuvieron el señorío de Belvís hasta la muerte de la duquesa de Alba, doña María Teresa Cayetana de Silva, en 1802, pasando luego, por herencia, a la casa de los duques de Frías y Uceda. Don Bernardino Fernández de Velasco sería el último señor de la villa y municipio de Belvís de Monroy, al abolirse los señoríos jurisdiccionales en 1837. Tras su muerte en 1851, sus descendientes vendieron sus tierras del antiguo señorío de Belvís a los representantes del marquesado de la Romana, quienes las poseen en la actualidad, incluido  “nuestro” castillo-palacio, que hoy es ya sólo un mutilado testimonio de lo que fue: grande y magnífico, símbolo de nuestra localidad y testimonio de la apasionante y rica historia de toda Extremadura.

Además de la muerte de la titular del señorío, el siglo XIX trajo la Guerra de la Independencia, que causó graves estragos en el patrimonio monumental y artístico del municipio; y, sobre todo, las leyes desamortizadoras, que obligaron a las comunidades religiosas a abandonar sus conventos y propiedades de Belvís de Monroy, lo que propició el expolio de sus archivos e iglesias, y la destrucción de sus edificios, por lo que ya a finales de ese siglo el perfil de la villa había cambiado considerablemente, para peor.

De todo aquel patrimonio monumental del que fue dotándose al municipio a lo largo de los siglos, hoy queda sólo una parte, aunque significativa, pues, desaparecido el hospital de San Pedro, el hospicio de San Andrés, el convento de San Juan de la Penitencia y dos de sus tres ermitas, se conservan las ruinad del castillo-palacio, el rollo o picota, la ermita de Nuestra Señora del Berrocal, el ábside y fachada de la iglesia del convento de Santa Ana, la iglesia parroquial de Santiago Apóstol el Mayor de la villa de Belvís, recientemente restaurada, la iglesia parroquial de San Bernardo Abad de Casas de Belvís, además de numerosos edificios antiguos de estilo noble o rústico; y también el convento de San Francisco del Berrocal, restaurado en gran parte a lo largo de la década de 1990, luego de haber sido adquirido a particulares por la Junta de Extremadura. Todo ello en medio de un paisaje de extraordinaria belleza, justo donde los llanos del Campo Arañuelo se encrespan para caer al río Tajo, convertido a estas alturas de su recorrido en pantano de uso hidroeléctrico y agrícola, el de Valdecañas, cuyas mansas y oscuras aguas lamen constantemente el borde meridional de la preciosa finca de La Jarilla y de la magnífica dehesa boyal de Belvís de Monroy.

Panorámica de la villa de Casas de Belvís

Panorámica de la villa de Casas de Belvís

Nota. Para más información ver:

– TIMÓN GARCÍA, F. J.: “Belvís de Monroy, señorío y villa”. Navalmoral, 1992.

–QUIJADA GONZÁLEZ, D.: “Pueblos en Blanco y Negro. Belvís de Monroy”. Navalmoral, 1998.

–QUIJADA GONZÁLEZ, D.: “Pueblos en Blanco y Negro. Casas de Belvís”. Navalmoral, 2000.

–Página web del Ayuntamiento de Belvís de Monroy.

 

Texto y fotografías de Francisco Javier Timón García.

Cronista Oficial del Municipio de Belvís de Monroy.

 

Gracias Javier…

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